Tango Cardona 2025
Un texto por Carmen María Hergos
Volviendo una vez más, 13 años después del primer festival de tango en Cardona. Aquella vez, acababa de llegar de México a Barcelona, y era mi primer fin de semana en un festival. Todo fue una sorpresa, una explosión, una maravilla. Fue entonces cuando decidí empezar a bailar el rol de líder, cuando conocí a las personas que ahora son mi familia tanguera, cuando coqueteé por primera vez en Europa, cuando me identifiqué profundamente con el ambiente relajado y festivo que me invitaba a soltarme, a ser más yo misma y por lo tanto más feliz en mi baile.
Trece años después, vivo en Francia, y desde allí inicié el viaje con mis dos amigos, Clément y Todd, y con ellos, llegué a Cardona el martes por la tarde. Marc ya estaba allí, por supuesto, también Sergio con sus trastos de cocina, y Mónica, una de las masajistas, y algunas personas más. Unas horas más tarde, llegaron Anne y Lionel desde Ariège, dispuestos a enfrentarse a las tareas de preparación. Esa noche después de cenar, repasamos las cosas por hacer. "Hay tiempo", diría Marc, siempre optimista. Anoté la extensa lista de tareas pendientes en mi cuaderno, riéndome para mis adentros. Si hay algo que aprendí el año pasado, es que en Cardona se puede esperar lo imposible. Y lo imposible sucedió paso a paso, momento a momento. Todd y Berta lograron acomodar a los asistentes en los diferentes alojamientos. Anne y Lionel dejaron las zonas comunes limpias, brillantes y organizadas, y el festival comenzó el miércoles por la noche con una pista llena. Tengo muchos momentos grabados en mi memoria: Las primeras clases de Sebastián, con los pasos de los asistentes haciendo tronar el suelo, la boda del jueves por la noche, cuando el staff apareció en la pista con caras pintadas de blanco y rojo, o la primera vez que escuché a Felipe y Artur tocar juntos el piano y la viola. ¿Por qué siempre siento que bailo mejor en Cardona? El suelo, la confianza profunda que me da el contexto, la compañía de grandes bailarines de un tango más relajado, queridas personas de tantos años atrás, gente nueva que es atraída por la misma magia que me hizo venir y repetir año tras año.
El viernes llegaron más amigos de Barcelona, y sentí una gran alegría al compartir Cardona por primera vez con esos clásicos asistentes de la milonga del Notariat (una extensión de Cardona en Barcelona durante algunos años) que son Natalia y Leandro. Después de un día entero de subir y bajar escaleras, dar una clase con más de 25 participantes, y dar varias clases privadas, no sé de dónde saqué la energía para también bailar con la música pachanguera que puso DJ Kalapas (Todd) en la terraza de la cocina, donde cada noche se montaba una intensa fiesta de electrónica y cumbia, ahora señal distintiva de nuestro festival. El sábado, di otra clase, esta vez con treinta asistentes, luego puse música en la práctica. De ahí a la plaza del pueblo para un tentempié en el café con Kampa, Amelia, Lua y su club de fans, y luego a bailar al aire libre!! Yves es ahora el DJ clásico de esta milonga festiva y nostálgica, y fui muy feliz bailando un set con David, y su bufanda alrededor del cuello ondeando al viento y acariciando mi cara mientras sonaba la canción "Un año de amor". Recordé aquella vez años atrás cuando ambos bailamos en la misma plaza bajo la lluvia, y muy emocionada, le dije: ¡Han pasado doce años!
Esa noche me salté la cena y la sesión de Marc en la terraza para descansar un rato, pero más tarde, cuando Clément vino a ducharse para la milonga, dijo: "¡No tienes idea del nivel de fiesta que se montó en la cocina!" "¡Lo sé!", dije, por eso no fui, porque no habría podido parar de bailar. ¡No sé si puedo describir la noche del sábado! ¡La magia de la música en vivo! El trío Narcotango tocó, llenándonos de una energía inesperada. Valoro sus canciones clásicas y estaba muy emocionada por el nuevo álbum. Sin embargo, todo cambió con la emoción de escucharlos y bailarlos en vivo. ¡Increíble! David me invitó a bailar la primera parte del concierto, con esa energía, creatividad y locura de años atrás. De repente, me encontré haciendo cosas que no pensaba que mi cuerpo fuera capaz de ejecutar ya. ¿Cómo me levanté del suelo de nuevo? ¿Qué pasó después de volar? Magia, por supuesto. Días después, cuando le conté a Savvas cómo habíamos bailado, hizo una reflexión muy interesante: Cuántas formas posibles hay de bailar tango, tanta creatividad y conexión como individuos únicos, y resulta que estamos intentando copiar a unos pocos y refunfuñando porque no nos sale tal o cual paso preestablecido.
El domingo fue el día de la clase de liberación con Felipe, y disfruté mucho compartiendo el aula con otro gran bailarín no estandarizado. Me di cuenta de que Cardona promueve precisamente eso: que las personas se sientan libres de bailar como son, e incluso más allá de lo que creen que son. A primera hora de la tarde, estaba tumbada en el sofá del salón con Lean y Manuela, y ella dijo: "No quiero irme". Me di cuenta de que yo tampoco quería irme. ¡Ya es domingo por la tarde, y el festival termina en unas horas! Todavía no, aún quedaban algunas magias por conjurar en el Palau. Una de ellas fue la sesión de DJ Mona en la terraza, con Carlos Libedinsky y Arthur y Felipe Slimobich, y un Japp emocionado con sus respectivos instrumentos improvisando bajo un cielo lleno de golondrinas. Después de la cena, me esperaba una sorpresa más cuando bajé a la pista de baile y encontré a Felipe y Arthur tocando un vals que empecé a bailar sola y terminé bailando con Arthur y su viola en medio de los dos, mientras Carlos Libedisky nos sorprendía cantando.
El lunes, el festival no había terminado. Todavía di una clase privada, me di un masaje con la increíble Mónica, en el que por fin pude permitirme sentir cansancio, y me fui a comer con más de 20 personas en el centro del pueblo. A media tarde, mientras esperaba junto al coche de Clément a que Berta y Nora iniciaran el viaje de regreso a Barcelona, alguien en el vecindario hizo flotar pompas de jabón sobre la estrecha calle medieval, y pensé: Tengo que escribir una vez más sobre todo esto, para que lo efímero pueda quedar registrado de alguna manera, y su belleza pueda regocijarme una y otra vez.
Estoy agradecida a la Cardona de hace trece años que me acogió y me hizo sentir libre y bailarina, a la Cardona a través de los años que me ha dado una línea de aprendizaje y enseñanza sobre el tango y a la que también debo vivir ahora en Grenoble y difundir mi tango natural en Francia, y a la Cardona de ahora que sigue sorprendiéndome con sus momentos de creatividad, conexión, camaradería y me da la invaluable oportunidad de devolver algo a través de mi trabajo. Me es imposible resumir mi propia experiencia y por supuesto, no pretendo decir lo que ha significado para los asistentes, ni siquiera para el Staff. Solo quiero decir que celebro los encuentros, los bailes, los cotilleos, los aniversarios, los reencuentros y los nuevos encuentros. Y quiero añadir que estoy agradecida a Marc y Berta por un trabajo que es imposible valorar, a las personas que confiaron en nosotros y vinieron a bailar y celebrar desde diferentes rincones del planeta, y a todo el Staff por lo que saben hacer como verdaderos maestros: magia.